Wednesday, December 28, 2005

¿Qué es mejor? ¿El poto o las tetas? (3 y final)

(Sigue la sesión)
-No se me estaría dando vuelta el paraguas, Su Señoría, pero la verdad es que siempre me he preguntado qué se sentirá.
-Qué se sentirá qué.
-Qué se sentirá eso que hacen los colepatos, señor Presidente.
-Ah.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Úsela.
-A mí me dijo un amigo que él creía que se siente lo mismo que si uno cagara un pico al revés.
-¡Orden en la sala! El tema es otro. Secretario.
-Qué es mejor, el poto o las tetas.
-Yo pienso que el poto es mejor que las tetas, no porque sea más duro sino porque es más gordito.
-No pidió la palabra, Vega.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Diga usted.
-Lo que dije.
-¿Está en actas, señor secretario?
-"El poto es mejor porque es más gordito", señor Presidente.
-Disculpe usted, Vega, pero sin pretender contradecirlo, a mí me parece que las tetas también son gorditas.
-Pero no son tan gorditas como el poto, Ilustrísima Señoría.
-Explíquese, por favor.
-Una teta gorda a lo más cabe en dos manos. Un poto gordo puede abarcar tres y hasta cuatro manos. Me refiero a un solo cachete.
-¿Pero esos potos le gustan a usted?
-Esteee... ¿puedo decir la verdad, señor Presidente?
-Para eso estamos aquí.
-La verdad es que los potos que más me gustan son los potos redondos y gorditos y que tengan olor a poto. Y lo que más me gusta es meter un dedo en el poto, pero lo que más me gusta es agarrarlo con las manos cuando introduzco el filorte en el sapo. Pero lo que más me gusta, y esta sí que es la verdad, es meterlo por el callejón de los músicos y sentir los cocos aplastados en los cachetes.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Se la concedo, Bombero Lacho, pero le rogaría que filtrara sus dichos, no como ha hecho el socio anterior.
-Yo quería adherir a su comentario sobre el olor, pero me cabe la duda si al referirse al tema quiso decir que le gustaba el olor a zorra o el olor a poto.
-Puede responder, Vega.
-Los dos, señor Presidente, pero más me gusta el olor a poto, porque es más seco, en cambio el olor a zorra es mojado.
-Yo quiero agregar algo, señor Presidente.
-Hágalo rápido, Castrili, porque estamos en la hora.
-Yo creo que el poto nunca va a perder la batalla contra las tetas porque es sabido que la naturaleza lo hizo así de atractivo para prolongar la especie.
-Pido la palabra en defensa de las tetas.
-Hable usted, Urzúa.
-Las tetas son más picaronas porque se mueven en las narices de uno. Cierto día que paseaba por las calles de San Salvador, capital del país del mismo nombre en América Central...
-Sabemos que usted vivió un año en El Salvador, amigo Urzúa. Puede ahorrarse los prolegómenos.
-Perdón, señor Presidente. Es que es importante para lo que busco demostrar.
-Si usted así lo piensa, pues adelante.
-Gracias, señor Presidente. Decía señor Presidente que cierto día que paseaba por las calles de San Salvador vi un par de gomas que se balanceaban delante mío, como invitándome al pecado. "Buenas tardes, señorita, qué lindas gomas", le dije a su dueña en un rapto de audacia. Entre paréntesis, la callampa ya estaba que se me salía del pantalón. Ella me respondió: "Buenas tardes, noble caballero. Ya no existen tipos como usted. Se ve que es extranjero. Aquí todos me dicen puta. A propósito, ¿qué son gomas?". Eso era lo que quería decir.
-¿Y eso prueba la superioridad de las tetas sobre el poto?
-Si, señor Presidente. Es que tenía unas tetas tan agradables...
-Señor Presidente...
-¿Qué?
-¿Me deja hablar?
-Hable, Pastene.
-No se ha dicho nada de las tetas de Luciana Salazar.
-¿Y qué quiere decir?
-Que son ricas.
-Es verdad, pero supongo que su intención es introducir el tema de la silicona.
-No se me había pasado por la cabeza, Su Señoría, pero ya que lo menciona debo reconocer que ese tipo de teta tiene su encanto porque es una teta perfecta, inhumana. Es la teta que vence al destino.
-A mí no me gustan, prefiero las de verdad aunque se caigan.
-A mí me gusta la teta sin costilla, con pezones fuertes y morenos.
-A mí me gusta más el poto, pero sin espinillas.
-A mí me gusta más chupar las tetas que chupar el poto.
-Yo una vez me asfixié debajo de un poto y justo cuando la dama se estaba levantando se le salió una ventosidad y me dieron arcadas, señor Presidente...
-¡Orden en la sala! ¿Alguien más?
-Yo, Ilustrísima Señoría.
-Diga, Moore.
-Mi acotación es la siguiente en favor del poto, Serenísimo Gran Maestro. El poto es el único órgano femenino que tiene la capacidad de provocar tortícolis en el hombre, a raíz del giro espontáneo y violento del cuello al paso del bello animal. De allí se desprende que el poto llama al instinto a posarse y penetrar en él para disfrutarlo. El poto es tan llamativo, además, que no hay mujer que no lo muestre, aunque lo posea en forma de albóndiga. Poto tablazo, mujer triste. Poto perfecto, mujer salsera. Poto sucio, mujer mala para el juego y buena para el amor. Poto blanco, sexo sereno.
-Perdón, señor Moore. Antes de continuar he de acotarle que ignoraba que el poto fuese un órgano. ¿A tanto llega?
-Así es Ilustrísimo. El órgano llamado poto posee la función diferenciada y triple de calentar al hombre como cautín, succionarle su energía absorbiendo su moquillo o arak, y de llapa cagarlo bien cagado. ¿Qué otro órgano le da tres placeres en uno? Ni los vendedores de micros superan esa oferta.
-Tiene bastante razón... me deja pensando. Secretario, proceda con la votación.
-¡Por el poto!
(Levantan la mano).
-14... 15...16. 16 votos, señor Presidente. ¡Por las tetas!
(Levantan la mano).
-8... 9... 10... 11. 11 votos, señor Presidente.
-Secretario, que conste en actas que ganó el poto a las tetas por 16 votos contra 11 y agregue que el tema número dos, sinónimos de la palabra pico, queda pendiente. ¡Se levanta la sesión!

Monday, December 26, 2005

¿Qué es mejor? ¿El poto o las tetas? (2)

-Se abre la sesión del Club de la Lengua de Vaca. ¿Juráis que lo que se hable entre estas cuatro paredes no saldrá de este lugar? A la cuenta de tres digan "sí, juro". Uno, dos... tres.
(Todos)
-¡Sí, juro!
-Volvamos al debate, que nos hemos desordenado. Vamos a los temas en tabla en estricto orden. Secretario, lea el primer punto en tabla.
-Leo de nuevo, señor Presidente: "Qué es mejor: el poto o las tetas".
-Bien. Se ofrece la palabra.
-¡Pido la palabra, señor Presidente!
-Concedida, amigo Mecerbéricus.
-Yo pienso, señor Presidente, que las tetas son muy blandas y que el poto es más duro.
-¿Y qué tiene que ver eso con la pregunta original?
-Que las tetas se caen y el poto también, pero como es más duro se nota menos la caída del poto. Así que por eso a mí me gusta más hacerlo por el chico, señor Presidente.
-Señores, les ruego que se circunscriban a la materia en debate. Si alguno de ustedes, como nuestro socio que acaba de hablar, no ha entendido la pregunta, mejor que se quede callado antes de ponerse a hablar leseras. ¿No le da vergüenza decir las cosas que ha dicho?
-Perdón, señor Presidente. Es que no entendí bien la pregunta.
-Que no se vuelva a repetir.
-Señor Presidente...
-¿Qué?
-Pido... la palabra.
-¿Y a qué tanta timidez? Tiene la palabra el socio Camilito. ¡Hable ya!
-Yo creo que no hay nada mejor que los senos, Ilustrísima Señoría. Uno se acuesta sobre unos albos senos y son tan perfumados que dan ganas de quedarse dormido. Y si de senos hablamos, los mejores son aquellos como lomas suaves, no muy escarpados ni planos, sino ondulantes, poéticos, con pezones erectos y aureolas rosadas...
-A mí no me gustan las tetas blancas porque se ven las venas...
-Yo una vez estaba culiando con una mina y cuando le iba a chupar las tetas chupé un pelo y era un pelo de las tetas. ¡Estaba medio a medio del pezón el pelo culiado!
-¡Basta, basta! Estamos en una sesión. ¡Esto no es chacota, señores! ¡El que quiera echar tallas, hágalo! Pero ahí está la puerta. Es angosta, pero cabe uno perfectamente.
(Silencio en la sala).
-Retomemos el debate. Continúe, Camilito, con su poética disertación.
-Gracias, señor Presidente. Lo que decía es que unos senos hermosos elevan el espíritu y generan las condiciones ideales para el acto de la procreación en el ambiente más cariñoso que darse podría entre una pareja que se ama con el corazón y no con los genitales. Los senos son como un canto a la vida, son tan sagrados que nos dan de beber apenas nacemos y con su leche apagan nuestro llanto...
-Este es maricón, señor Presidente.
-Démosle capotera.
-¡Callad! ¡Callad! ¡Si hay una norma sagrada en este club es el respeto a la palabra de los demás!... por muy cola de chancho que sea, no así colepato, pues eso está prohibido. En todo caso su disertación me parece bastante sospechosa, Camilito. Como que se fuera para el lado de las mujeres, al tenor de la argumentación utilizada. ¿No se le estaría dando vuelta el paraguas?
(Continuará)

Saturday, December 24, 2005

¿Qué es mejor? ¿El poto o las tetas? (1)

-Se abre la sesión del Club de la Lengua de Vaca. ¿Juráis que lo que se hable entre estas cuatro paredes no saldrá de este lugar? A la cuenta de tres digan ‘‘sí, juro’’. Uno, dos... tres.
(Todos).
-¡Sí, juro!
-Secretario, proceda a dar lectura a la tabla.
-Gracias, señor Presidente. Punto 1: Qué es mejor: el poto o las tetas. Punto 2: Sinónimos de la palabra pico. Punto 3: Varios.
-Se ofrece la palabra.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Hable usted.
-Para decir que el punto 2 debería ser "sinónimos de la palabra pene", no pico, porque la palabra original es pico y el sinónimo o derivado es pene.
-Alverre, querrá decir.
-¿Dije pico en vez de pene?
-Así fue.
-Perdón. La palabra original es pene y el derivado es pico.
-¿De dónde sacó usted que la palabra original era pene?
-De los diccionarios, señor Presidente.
-Secretario, lea el diccionario.
-Cómo no, señor Presidente. Un momentito, por favor... ¿a ver?... mmm... aquí está. Dice: "Pene: miembro viril. También conocido como verga, pudendo. Chil: filorte". Chil. quiere decir chilenismo, señor Presidente.
-Eso lo sabemos. En todo caso el diccionario lo único que prueba es que en español la palabra original es pene, pero de seguro que esta palabra viene del latín o del griego y entonces la palabra original resulta ser la que usaba la gente, y la palabra que usa la gente es pico, no pene. En todo caso esta discusión semántica no tiene mayor valor. Lo único que quisiera agregar, antes de ofrecer nuevamente la palabra, es que si hay un término, perdón, dos términos, que jamás me han gustado, ellos son pene y vagina.
-Tiene razón, señor Presidente. Son como las huevas o güevas, he allí otra intríngulis.
-¿Nocierto que sí? Yo prefiero pico y zorra, así como cuando aparecen en la pared encerrados en un corazón con la leyenda "pico y zorra se aman?". ¿Se imaginan "pene y vagina se aman"? Sería tan cursi...
-La voz del pueblo es la voz de Dios, señor Presidente.
(Continuará)

Tuesday, December 20, 2005

El pico grande y el pico chico

-Se abre la sesión. A la cuenta de tres digan: "Sí, juro". ¿Juráis que lo que se hable entre estas cuatro paredes no saldrá de este lugar?... Uno, dos, tres.
(Todos).
-¡Sí, juro!
-Secretario, lea la tabla.
-Hay dos puntos nomás, señor Presidente.
-Léalos.
-Punto uno: si es mejor tener el pico grande o el pico chico. Punto dos: varios.
-¿Hay alguien aquí que tenga el pico grande?
-Yo, señor Presidente.
-Yo también, señor Presidente.
-Yo también creo que lo tengo grande, señor Presidente.
-¿Y alguien que tenga el pico chico?
-....
-¿Nadie? ¿Es que somos un Club de privilegiados?
-...
-A ver, todos los socios saquen sus picos y mídanselos.
-¿Parados o lacios, señor Presidente?
-Parados.
-¿Tomo nota, señor Presidente?
-Tome nota pero también eche afuera la callampa, secretario. Luego anote, pero no diga los nombres.
-Señor Presidente.
-¿Sí, Camilito?
-¿Puedo cerrar los ojos para que se me pare? Necesito pensar en Marlen Olivari.
-Haga lo que quiera, pero recuerde que esto no es paja, sino una medición científica.
-¡El Bombero Somalo está poniendo cara de caliente, Ilustrísima!
-Periquito está mirando para el lado, Mandamás.
-Basta, deténganse antes de que esto se transforme en una piscina de cuáquer. Secretario, mídase el suyo y después recorra la sala con la huincha.
(Los presentes se analizan sus correspondientes miembros parados durante medio minuto. Toma la palabra nuevamente el Presidente).
-Usted, ¿cuánto mide el suyo?
-Co-como un maní largo, señor Presidente.
-¿Y el diámetro?
-Un poquito más chico que el de un dedo meñique.
-Y usted, ¿el suyo?
-¡Un tercio de jeme, señor Presidente!
-Entonces el primero tiene el pico más chico. Veamos ahora a los distinguidos contradictores. Creo que no hay dos opiniones, ya que la evidencia está a la vista, aunque por curiosidad... ¿cuánto midió el suyo?
-Casi dos cuartas, señor Presidente.
-Usted tiene el pico más grande. ¿Hay alguna voz que se oponga?
-...
-Bien, entonces se abre el debate. ¡Que hable el del pico grande!
-Con su permiso, señor Presidente. Yo quiero decir que tener el pico grande es bueno porque si uno tiene el pico grande es más hombre y cuando se ducha después de algún partido todos le miran el pico con envidia.
-Limítese a los hechos, por favor.
-Yo creo que tener el pico grande es bueno porque uno cuando mete el pico en la zorra siente gustito, porque apenas cabe. Y cuando lo mete en el poto se siente más gustito porque casi no entra y cuando entra queda más apretado que puta que queda apretado.
-¿De qué poto está hablando?
-De un poto como la gente, señor Presidente.
-Prosiga.
-También es bueno porque uno se demora más en llegar porque el moquillo tiene que hacer un viaje más largo para largar el escupo. Y también es bueno porque uno se puede correr la paja con las dos manos y si uno está muy caliente hasta se puede chupar la callampa, porque como es tan larga alcanza, pero a mí me da vergüenza hacer eso, porque dicen que uno se puede convertir en maricón.
-Se abre debate acerca de esta aprensión de nuestro socio.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Hable.
-Yo pienso que tiene razón nuestro socio, porque le puede quedar gustando y después se le empieza a quedar la patita.
-En ese caso sería expulsado inmediatamente de nuestras filas. ¿Está consciente de eso, defensor del pico grande?
-Correcto, señor Presidente.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Hable.
-Yo creo que no se pone colepato, porque es su propio cuerpo y no por chuparse el pico va a significar que se le queme el arroz. Es lo mismo que las mujeres que se chupan las tetas y después no andan por la calle haciendo tortillas.
-Se vota por la postura uno.
-Se vota por la postura dos.
-Gana la postura dos. Prosiga.
-Gracias, señor Presidente. Pido perdón por lo que dije...
-Continúe.
-Gracias, señor Presidente. También quería decir que es bueno tener el pico grande porque algunas maracas hacen rebaja de precio.
-¿Es todo lo que tiene que decir?
-Sí, señor Presidente.
-¿Tiene algún inconveniente el pico grande?
-Sí... también, señor Presidente. Se me había olvidado.
-Enumérelos.
-El más importante es que cuando uno va a la piscina y se le para el pico parece como si estuviera levantando carpa y a veces por echárselo para el lado se empieza a salir por la pierna y por echárselo para arriba la cabeza se asoma entre el nudo del trajebaño. Lo otro malo es que cuando el pico se para uno queda pálido porque toda la sangre se va para la coyoma. Lo otro malo es que cada vez se me está parando menos, señor Presidente.
-Ese es otro tema.
-... Y también lo otro malo es que a las minas les gusta puro mirarlo pero no quieren que se los meta porque dicen que les duele. Lo otro malo es que queda molestando en la ropa y a mí me da vergüenza comprar calzoncillos con trompita. Lo otro súper malo es cuando voy al baño el pico me queda nadando dentro de la taza del water y al tirar la cadena sale todo cagado. Después me lo tengo que lavar y refregar con harto jabón y siempre termino corriéndome la paja, ya que desde niño me excita el olor del jabón con caca, no sé por qué. El quid del asunto es que yo hago mis necesidades al levantarme y como siempre me levanto atrasado ya me han echado de tres trabajos, Su Señoría. Pero lo más malo es que los del otro equipo no sé cómo lo hacen para saber y andan a cada rato pidiendo una chupadita.
-Absténgase de pasar al otro equipo, pues de inmediato sería expulsado de nuestras filas. ¿Está claro?
-Como el agua, señor Presidente. Por eso decía que era malo y que...
-Basta, suficiente. ¡Que hable el del maní!
-Gracias, señor Presidente. Yo quiero decir modestamente que el pico chico tiene puras cosas buenas.
-¡Sale, pico de gato!
-¡Moderación y respeto en la sala!... Continúe.
-Por si no lo sabían, señor Presidente, cuando se para, el pico chico crece más que el pico grande y a las mujeres les gusta verlo crecer. También es mejor porque no se nota cuando uno va a la piscina y se le para y también es bueno porque no molesta en la ropa y porque... porque...
-Está bien, lo entendemos. ¿Tiene algún inconveniente?
-Sí, Su Señoría. Reconozco hidalgamente que uno anda siempre con un sentimiento de culpa por haber nacido fallado. Por más méritos que se traten de hacer el pico va a llegar hasta ahí no más y cada vez que uno quiera culiarse a una mujer se va a acordar del defecto.
-¿Cómo reaccionan las mujeres cuando se lo ven?
-Primero dicen que no les importa pero cuando lo miran se sonríen, señor Presidente. Después cuando están calientes no se dan cuenta y algunas gritan cuando se van cortadas. Por eso siempre he dicho que vale más la técnica que tener el pico grande...
-Eso es parte de otra sesión. Secretario. Borre del acta esta última declaración.
-Como no, señor Presidente.
-¿Ha terminado su exposición?
-Con su respeto, señor Presidente, quería agregar otras ventajas de tenerlo chico.
-Dígalas.
-Voy a estar pensando y cuando me acuerde levanto la mano.
-Respetados miembros del club. Acaban de escuchar los argumentos de nuestros dos representantes. Se ofrece la palabra.
-¡Pido la palabra, señor Presidente!
-Hable usted.
-Creo, señor Presidente, que las únicas personas que pueden opinar sobre este punto son las mujeres. Pido que se invite a la próxima sesión a dos mujeres...
-¡Por ningún motivo! ¿Ha olvidado usted que ésta es una asociación masculina-masculina?
-No, señor Presidente. Es que yo pensé...
-¡Corre el riesgo de ser expulsado de nuestras filas si hace otro comentario como el anterior!
-¡Tontito!
-Barsa.
-Fifí.
-Yo le encuentro razón, señor Presidente.
-¡¿Qué?!
-Claro. Invitamos a dos mujeres y las damos vuelta a cachas.
-¡Eso!
-¡Moderación en la sala! Las bromas, para más tarde. ¿Alguien desea usar la palabra?
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Hable usted.
-Yo pienso que esto del pico chico y del pico grande es una discusión bizantina, señor Presidente, algo así como desenredar el nudo gordiano. Pues, como tan bien lo expuso el señor del maní chico, el tamaño del pico viene con los genes. Entonces sencillamente hay genes más grandes que otros y contra eso no se puede hacer nada.
-Pero hay una técnica que sale en una revista española en que a uno lo cuelgan del pico una semana y el pico crece...
-¡No interrumpa! ¡A usted no se le ha dado la palabra!
-Perdón, señor Presidente.
-¿Tiene algo que agregar a su exposición nuestro socio?
-No, Su Señoría. Opino que al pico hay que dejarlo como está.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Hable usted.
-Yo estimo que si bien es cierto lo que ha dicho nuestro socio, no es menos cierto que el problema se va a seguir discutiendo mientras el hombre permanezca en la faz de la Tierra.
-Menos figuras, por favor.
-Lo que quiero decir, señor Presidente, es que del pico se va a seguir hablando porque es el órgano masculino por excelencia y aunque las mujeres sigan escalando posiciones en la sociedad nunca van a tener pico y por más que...
-O sea que se pican...
-No interrumpa.
-Dice bien nuestro amigo.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-¿Terminó su alocución?
-Sí, señor Presidente.
-Hable usted.
-Yo creo que el pico grande es sinónimo de fuerza y virilidad, y el pico chico es sinónimo de infantilismo y pocohombría... no sé si existe esa palabra.
-No ofenda.
-No es lo que pienso yo sino lo que piensa la gente, señor Presidente, con las debidas disculpas para nuestro socio del maní. Entonces, si alguna labor provechosa debiese intentar este club, es desterrar esa idea, que está metida no sólo entre las mujeres, sino también entre nosotros mismos. Para qué lo vamos a negar.
-¿Y se podría saber cuál tendría que ser a su juicio la noble misión de esta asociación?
-Escribir un decálogo.
-¿Y qué diría?
-Propongo que el primer mandamiento diga: "Todos los hombres son iguales ante Dios o ante la Ley o ante el Club", eso tendríamos que redactarlo según el parecer de la mayoría, pero la idea completa es: "Todos los hombres son iguales... tengan el pico chico, grande o mediano".
-Se abre debate.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Hable usted.
-Se ha dicho tantas veces, señor Presidente, que este club no tiene otro fin que hablar cosas de hombres. Pareciera que algunos tienen la cabeza llena de aserrín, porque insisten en adornarlo de una noble misión y crearle reglas. Hasta cuándo nos cansaremos de repetir que aquí cada uno es libre de opinar lo que se le antoje.
-¿Es necesario votar?
-No, señor Presidente.
-No, Su Señoría.
-No, señor Presidente.
-Se rechaza la idea del decálogo. Se ofrece la palabra.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Hable usted.
-Sin ánimo de contradecir la votación unánime, en la cual yo también me incluyo, pienso que la idea del decálogo no es mala y debería quedar flotando en nuestras cabezas más que fuese. Imagínese, señor Presidente, un amanecer en la Tierra, una primavera en Monrovia, París o Guayaquil, todos los hombres despertando con la dulce sensación de que son iguales, tengan el pico chico, grande o mediano.
-Otro culiado con el pico chico.
-¡Orden en la sala!... Continúe.
-También creo que a la mujer enamorada no le importa el tamaño pero desgraciadamente a la mujer caliente le importa y eso es lo que les crea el trauma a los que tienen el pico chico, que no es mi caso, ya que ustedes fueron testigos de que el mío mide casi una cuarta...
-¡No nos interesa lo que piensen las mujeres!
-¡Orden en la sala!... Prosiga.
-Eso no más quería decir, Su Señoría.
-¿Alguien más desea usar la palabra?
-Yo, señor Presidente.
-Hable usted.
-Me acordé de otra ventaja de tener el pico chico.
-Dígala.
-Cuando uno juega a la pelota tiene menos posibilidades de que le llegue un pelotazo en el pico.
-Bien. Regístrese, señor secretario.
-Ya está en actas, señor Presidente.
-Se ofrece la palabra.
-Señor Presidente...
-Diga usted.
-No hemos hablado de los cocos.
-Se abre debate.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Hable usted, Pollo Loco.
-El pico y los cocos forman parte de una unidad indisoluble. Eso pienso.
-Pido la palabra.
-La tiene, Marambio.
-Yo encuentro que una cosa es el pico y otra cosa muy diferente son los cocos. Así que dejaría esta materia para otra ocasión.
-¡Es que son lo mismo!
-No hable sin pedir la palabra, Muga. Pero ya que habló, continúe.
-Lo que quiero decir, Su Señoría, es que un pico grande con dos cocos chicos se vería ridículo. Lo mismo un pico chico con dos mansos cocos. De lo que sigue que necesariamente el pico grande debe hacerse acompañar de cocos que le hagan el peso, y viceversa.
-Pido la palabra.
-Hable usted, Sargento Roldán.
-Señor Presidente, eso sería injusto.
-¿No es acaso injusta la Naturaleza?
-Sí, señor Presidente, injusta es. Lo que quiero decir es que eso no es así. Conozco casos de picos chicos con cocos grandes y de picos grandes con cocos chicos.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Hable usted, Vega.
-Insisto en que el tema de los cocos o también llamados higos es harina de otro costal.
-¡Pero es que no pueden separarse!
-¡Orden en la sala!... Continúe.
-Gracias, señor Presidente. ¿Vio La Guerra de las Galaxias?
-Sí, socio Vega, pero ¿a qué viene la pregunta?
-A que Han Solo sería el pico y Arturito y Sitripio serían los cocos.
-No entiendo.
-Quiero decir que Han Solo es el personaje principal y los robots son los personajes secundarios.
-No me parece muy afortunada su comparación. Incluso sugeriría que se borrase de actas. Siento que el debate se está yendo por las ramas, que se está metiendo en los pendejos, como se dice. Si no hay más opiniones inteligentes propongo que se pase al segundo punto de la tabla.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Hable usted, Viejo chico vestido de gris.
-Gracias, señor Presidente. Quería hacer una pequeña reflexión acerca del pico grande y el pico chico. Desde el punto de vista arquitectónico, el pico chico sería el obelisco de la Plaza Baquedano y el pico grande sería la torre de la Telefónica, ambos enfrentados uno con el otro...
-Qué observación más interesante, Viejo chico vestido de gris.
-Es más, señor Presidente. Nosotros vivíamos de lo más bien con nuestro obelisquito, que comparado con una callampa de burro es mil veces más grande pero comparado con el de Buenos Aires nos dejaba como lo que somos: unos acomplejados ante los argentinos...
-Se está desviando del tema, Viejo chico vestido de gris. Además, eso de acomplejados debería discutirse antes de darse por cierto.
-Exactamente, Ilustrísima Señoría, pero así nos sentíamos en el inconsciente, porque los dos obeliscos no se hacían daño, pues no estaban enfrentados. Tuvieron que venir una vez más los españoles a echarnos la caballería encima para que tomáramos conciencia de lo chicos que somos. Le confieso que esa famosa torre me tiene desmoralizado, Gran Califa. ¡El indio pícaro de pico chico versus el bárbaro ibérico de manguaco gigante!
-Ese filorte es vidrio y fantasía, Viejo chico vestido de gris, mientras que el nuestro es de cemento puro. ¿Eso lo consuela?
-Hasta por ahí no más, señor Presidente.
-Bien. Pasemos al segundo punto. Lea, secretario.
-Dice "Varios" no más, señor Presidente.
-Se ofrece la palabra.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Hable usted, Urzúa.
-¿Qué va a pasar con las cuotas?
-Ya dijimos que no se pagan cuotas.
-Orden en la sala. Señor Urzúa, parece que usted no ha venido a las anteriores reuniones. En este club no se paga cuota.
-Es que podríamos tomarnos un cafecito de vez en cuando...
-Rechazada la moción. ¡Se levanta la sesión!
(Se retiran los socios).
-Eh, ustedes dos...
-¿Sí, señor Presidente?
-Quédense un momentito, por favor.
-Cómo no, señor Presidente.
-Cierren la puerta.
-Ya está cerrada, Ilustrísima.
-Entre nosotros... no me engañará usted, el del pico chico, con la cantinela de que todos los hombres son iguales.
-¿Estamos en confianza, señor Presidente?
-Hable con toda confianza. Esto no sale de aquí.
-La verdad, señor Presidente, es que el maní que tengo ha sido causa de mis desdichas más grandes. Las minas lo miran y contienen la risa, otras cuando están culiando se hacen las que se van cortadas pero yo las veo cuando miran la hora. Una vez me lo quise estirar con un alicate y me sangró el cuero. Un día lo tuve diez horas amarrado a una cadena con peso...
-¿Y se alargó?
-No, me dio un derrame interno. El pichí me salía con sangre.
-Ha sufrido usted...
-He sufrido, magnánimo señor, pero eso no lo puedo decir delante de los demás socios. Cuando chico decían que el pico crecía si uno se hacía la paja. Entonces me puse pajero, pero en la clase de gimnasia todos me veían y decían: vos no te la corrís nunca, ¿cómo hací pa aguantarte?
-Con respecto a usted, quisiera hacerle unas preguntas...
-Cómo no, señor Presidente, la verdad es que tener la penca grande...
-Guarde silencio. Dígame, si no es indiscreción, ¿cuánto gana al mes?
-300 mil pesos, Su Señoría.
(Al de pico chico).
-¿Y usted?
-Dos millones, Su Excelencia.
(Al de pico grande).
-¿Qué auto tiene?
-Un Peugeot 404 del año 72, señor Presidente.
(Al de pico chico).
-¿Y usted?
-Un Mitsubishi Montero 4 x 4 del año, Ilustrísima.
(Al de pico grande).
-¿Está casado? ¿Tiene amantes?
-No, señor Presidente, estoy separado y por ahora no...
(Al de pico chico).
-¿Y usted?
-Estoy felizmente casado y tengo dos amantes, Su Señoría.
(Al de pico grande).
-¿Entonces se puede saber pa qué chucha le ha servido esa tremenda callampa que tiene?
-¿Quiere saber la verdad, señor Presidente?
-Sí, por favor.
(El de pico chico).
-¡Sí, sí, para qué te ha servido!
-¿Saben para qué me ha servido?
-No.
-Para culiar. Para sentirme seguro.
-Vaya...
-Ahhh...