Monday, December 26, 2005

¿Qué es mejor? ¿El poto o las tetas? (2)

-Se abre la sesión del Club de la Lengua de Vaca. ¿Juráis que lo que se hable entre estas cuatro paredes no saldrá de este lugar? A la cuenta de tres digan "sí, juro". Uno, dos... tres.
(Todos)
-¡Sí, juro!
-Volvamos al debate, que nos hemos desordenado. Vamos a los temas en tabla en estricto orden. Secretario, lea el primer punto en tabla.
-Leo de nuevo, señor Presidente: "Qué es mejor: el poto o las tetas".
-Bien. Se ofrece la palabra.
-¡Pido la palabra, señor Presidente!
-Concedida, amigo Mecerbéricus.
-Yo pienso, señor Presidente, que las tetas son muy blandas y que el poto es más duro.
-¿Y qué tiene que ver eso con la pregunta original?
-Que las tetas se caen y el poto también, pero como es más duro se nota menos la caída del poto. Así que por eso a mí me gusta más hacerlo por el chico, señor Presidente.
-Señores, les ruego que se circunscriban a la materia en debate. Si alguno de ustedes, como nuestro socio que acaba de hablar, no ha entendido la pregunta, mejor que se quede callado antes de ponerse a hablar leseras. ¿No le da vergüenza decir las cosas que ha dicho?
-Perdón, señor Presidente. Es que no entendí bien la pregunta.
-Que no se vuelva a repetir.
-Señor Presidente...
-¿Qué?
-Pido... la palabra.
-¿Y a qué tanta timidez? Tiene la palabra el socio Camilito. ¡Hable ya!
-Yo creo que no hay nada mejor que los senos, Ilustrísima Señoría. Uno se acuesta sobre unos albos senos y son tan perfumados que dan ganas de quedarse dormido. Y si de senos hablamos, los mejores son aquellos como lomas suaves, no muy escarpados ni planos, sino ondulantes, poéticos, con pezones erectos y aureolas rosadas...
-A mí no me gustan las tetas blancas porque se ven las venas...
-Yo una vez estaba culiando con una mina y cuando le iba a chupar las tetas chupé un pelo y era un pelo de las tetas. ¡Estaba medio a medio del pezón el pelo culiado!
-¡Basta, basta! Estamos en una sesión. ¡Esto no es chacota, señores! ¡El que quiera echar tallas, hágalo! Pero ahí está la puerta. Es angosta, pero cabe uno perfectamente.
(Silencio en la sala).
-Retomemos el debate. Continúe, Camilito, con su poética disertación.
-Gracias, señor Presidente. Lo que decía es que unos senos hermosos elevan el espíritu y generan las condiciones ideales para el acto de la procreación en el ambiente más cariñoso que darse podría entre una pareja que se ama con el corazón y no con los genitales. Los senos son como un canto a la vida, son tan sagrados que nos dan de beber apenas nacemos y con su leche apagan nuestro llanto...
-Este es maricón, señor Presidente.
-Démosle capotera.
-¡Callad! ¡Callad! ¡Si hay una norma sagrada en este club es el respeto a la palabra de los demás!... por muy cola de chancho que sea, no así colepato, pues eso está prohibido. En todo caso su disertación me parece bastante sospechosa, Camilito. Como que se fuera para el lado de las mujeres, al tenor de la argumentación utilizada. ¿No se le estaría dando vuelta el paraguas?
(Continuará)

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