Tuesday, December 20, 2005

El pico grande y el pico chico

-Se abre la sesión. A la cuenta de tres digan: "Sí, juro". ¿Juráis que lo que se hable entre estas cuatro paredes no saldrá de este lugar?... Uno, dos, tres.
(Todos).
-¡Sí, juro!
-Secretario, lea la tabla.
-Hay dos puntos nomás, señor Presidente.
-Léalos.
-Punto uno: si es mejor tener el pico grande o el pico chico. Punto dos: varios.
-¿Hay alguien aquí que tenga el pico grande?
-Yo, señor Presidente.
-Yo también, señor Presidente.
-Yo también creo que lo tengo grande, señor Presidente.
-¿Y alguien que tenga el pico chico?
-....
-¿Nadie? ¿Es que somos un Club de privilegiados?
-...
-A ver, todos los socios saquen sus picos y mídanselos.
-¿Parados o lacios, señor Presidente?
-Parados.
-¿Tomo nota, señor Presidente?
-Tome nota pero también eche afuera la callampa, secretario. Luego anote, pero no diga los nombres.
-Señor Presidente.
-¿Sí, Camilito?
-¿Puedo cerrar los ojos para que se me pare? Necesito pensar en Marlen Olivari.
-Haga lo que quiera, pero recuerde que esto no es paja, sino una medición científica.
-¡El Bombero Somalo está poniendo cara de caliente, Ilustrísima!
-Periquito está mirando para el lado, Mandamás.
-Basta, deténganse antes de que esto se transforme en una piscina de cuáquer. Secretario, mídase el suyo y después recorra la sala con la huincha.
(Los presentes se analizan sus correspondientes miembros parados durante medio minuto. Toma la palabra nuevamente el Presidente).
-Usted, ¿cuánto mide el suyo?
-Co-como un maní largo, señor Presidente.
-¿Y el diámetro?
-Un poquito más chico que el de un dedo meñique.
-Y usted, ¿el suyo?
-¡Un tercio de jeme, señor Presidente!
-Entonces el primero tiene el pico más chico. Veamos ahora a los distinguidos contradictores. Creo que no hay dos opiniones, ya que la evidencia está a la vista, aunque por curiosidad... ¿cuánto midió el suyo?
-Casi dos cuartas, señor Presidente.
-Usted tiene el pico más grande. ¿Hay alguna voz que se oponga?
-...
-Bien, entonces se abre el debate. ¡Que hable el del pico grande!
-Con su permiso, señor Presidente. Yo quiero decir que tener el pico grande es bueno porque si uno tiene el pico grande es más hombre y cuando se ducha después de algún partido todos le miran el pico con envidia.
-Limítese a los hechos, por favor.
-Yo creo que tener el pico grande es bueno porque uno cuando mete el pico en la zorra siente gustito, porque apenas cabe. Y cuando lo mete en el poto se siente más gustito porque casi no entra y cuando entra queda más apretado que puta que queda apretado.
-¿De qué poto está hablando?
-De un poto como la gente, señor Presidente.
-Prosiga.
-También es bueno porque uno se demora más en llegar porque el moquillo tiene que hacer un viaje más largo para largar el escupo. Y también es bueno porque uno se puede correr la paja con las dos manos y si uno está muy caliente hasta se puede chupar la callampa, porque como es tan larga alcanza, pero a mí me da vergüenza hacer eso, porque dicen que uno se puede convertir en maricón.
-Se abre debate acerca de esta aprensión de nuestro socio.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Hable.
-Yo pienso que tiene razón nuestro socio, porque le puede quedar gustando y después se le empieza a quedar la patita.
-En ese caso sería expulsado inmediatamente de nuestras filas. ¿Está consciente de eso, defensor del pico grande?
-Correcto, señor Presidente.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Hable.
-Yo creo que no se pone colepato, porque es su propio cuerpo y no por chuparse el pico va a significar que se le queme el arroz. Es lo mismo que las mujeres que se chupan las tetas y después no andan por la calle haciendo tortillas.
-Se vota por la postura uno.
-Se vota por la postura dos.
-Gana la postura dos. Prosiga.
-Gracias, señor Presidente. Pido perdón por lo que dije...
-Continúe.
-Gracias, señor Presidente. También quería decir que es bueno tener el pico grande porque algunas maracas hacen rebaja de precio.
-¿Es todo lo que tiene que decir?
-Sí, señor Presidente.
-¿Tiene algún inconveniente el pico grande?
-Sí... también, señor Presidente. Se me había olvidado.
-Enumérelos.
-El más importante es que cuando uno va a la piscina y se le para el pico parece como si estuviera levantando carpa y a veces por echárselo para el lado se empieza a salir por la pierna y por echárselo para arriba la cabeza se asoma entre el nudo del trajebaño. Lo otro malo es que cuando el pico se para uno queda pálido porque toda la sangre se va para la coyoma. Lo otro malo es que cada vez se me está parando menos, señor Presidente.
-Ese es otro tema.
-... Y también lo otro malo es que a las minas les gusta puro mirarlo pero no quieren que se los meta porque dicen que les duele. Lo otro malo es que queda molestando en la ropa y a mí me da vergüenza comprar calzoncillos con trompita. Lo otro súper malo es cuando voy al baño el pico me queda nadando dentro de la taza del water y al tirar la cadena sale todo cagado. Después me lo tengo que lavar y refregar con harto jabón y siempre termino corriéndome la paja, ya que desde niño me excita el olor del jabón con caca, no sé por qué. El quid del asunto es que yo hago mis necesidades al levantarme y como siempre me levanto atrasado ya me han echado de tres trabajos, Su Señoría. Pero lo más malo es que los del otro equipo no sé cómo lo hacen para saber y andan a cada rato pidiendo una chupadita.
-Absténgase de pasar al otro equipo, pues de inmediato sería expulsado de nuestras filas. ¿Está claro?
-Como el agua, señor Presidente. Por eso decía que era malo y que...
-Basta, suficiente. ¡Que hable el del maní!
-Gracias, señor Presidente. Yo quiero decir modestamente que el pico chico tiene puras cosas buenas.
-¡Sale, pico de gato!
-¡Moderación y respeto en la sala!... Continúe.
-Por si no lo sabían, señor Presidente, cuando se para, el pico chico crece más que el pico grande y a las mujeres les gusta verlo crecer. También es mejor porque no se nota cuando uno va a la piscina y se le para y también es bueno porque no molesta en la ropa y porque... porque...
-Está bien, lo entendemos. ¿Tiene algún inconveniente?
-Sí, Su Señoría. Reconozco hidalgamente que uno anda siempre con un sentimiento de culpa por haber nacido fallado. Por más méritos que se traten de hacer el pico va a llegar hasta ahí no más y cada vez que uno quiera culiarse a una mujer se va a acordar del defecto.
-¿Cómo reaccionan las mujeres cuando se lo ven?
-Primero dicen que no les importa pero cuando lo miran se sonríen, señor Presidente. Después cuando están calientes no se dan cuenta y algunas gritan cuando se van cortadas. Por eso siempre he dicho que vale más la técnica que tener el pico grande...
-Eso es parte de otra sesión. Secretario. Borre del acta esta última declaración.
-Como no, señor Presidente.
-¿Ha terminado su exposición?
-Con su respeto, señor Presidente, quería agregar otras ventajas de tenerlo chico.
-Dígalas.
-Voy a estar pensando y cuando me acuerde levanto la mano.
-Respetados miembros del club. Acaban de escuchar los argumentos de nuestros dos representantes. Se ofrece la palabra.
-¡Pido la palabra, señor Presidente!
-Hable usted.
-Creo, señor Presidente, que las únicas personas que pueden opinar sobre este punto son las mujeres. Pido que se invite a la próxima sesión a dos mujeres...
-¡Por ningún motivo! ¿Ha olvidado usted que ésta es una asociación masculina-masculina?
-No, señor Presidente. Es que yo pensé...
-¡Corre el riesgo de ser expulsado de nuestras filas si hace otro comentario como el anterior!
-¡Tontito!
-Barsa.
-Fifí.
-Yo le encuentro razón, señor Presidente.
-¡¿Qué?!
-Claro. Invitamos a dos mujeres y las damos vuelta a cachas.
-¡Eso!
-¡Moderación en la sala! Las bromas, para más tarde. ¿Alguien desea usar la palabra?
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Hable usted.
-Yo pienso que esto del pico chico y del pico grande es una discusión bizantina, señor Presidente, algo así como desenredar el nudo gordiano. Pues, como tan bien lo expuso el señor del maní chico, el tamaño del pico viene con los genes. Entonces sencillamente hay genes más grandes que otros y contra eso no se puede hacer nada.
-Pero hay una técnica que sale en una revista española en que a uno lo cuelgan del pico una semana y el pico crece...
-¡No interrumpa! ¡A usted no se le ha dado la palabra!
-Perdón, señor Presidente.
-¿Tiene algo que agregar a su exposición nuestro socio?
-No, Su Señoría. Opino que al pico hay que dejarlo como está.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Hable usted.
-Yo estimo que si bien es cierto lo que ha dicho nuestro socio, no es menos cierto que el problema se va a seguir discutiendo mientras el hombre permanezca en la faz de la Tierra.
-Menos figuras, por favor.
-Lo que quiero decir, señor Presidente, es que del pico se va a seguir hablando porque es el órgano masculino por excelencia y aunque las mujeres sigan escalando posiciones en la sociedad nunca van a tener pico y por más que...
-O sea que se pican...
-No interrumpa.
-Dice bien nuestro amigo.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-¿Terminó su alocución?
-Sí, señor Presidente.
-Hable usted.
-Yo creo que el pico grande es sinónimo de fuerza y virilidad, y el pico chico es sinónimo de infantilismo y pocohombría... no sé si existe esa palabra.
-No ofenda.
-No es lo que pienso yo sino lo que piensa la gente, señor Presidente, con las debidas disculpas para nuestro socio del maní. Entonces, si alguna labor provechosa debiese intentar este club, es desterrar esa idea, que está metida no sólo entre las mujeres, sino también entre nosotros mismos. Para qué lo vamos a negar.
-¿Y se podría saber cuál tendría que ser a su juicio la noble misión de esta asociación?
-Escribir un decálogo.
-¿Y qué diría?
-Propongo que el primer mandamiento diga: "Todos los hombres son iguales ante Dios o ante la Ley o ante el Club", eso tendríamos que redactarlo según el parecer de la mayoría, pero la idea completa es: "Todos los hombres son iguales... tengan el pico chico, grande o mediano".
-Se abre debate.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Hable usted.
-Se ha dicho tantas veces, señor Presidente, que este club no tiene otro fin que hablar cosas de hombres. Pareciera que algunos tienen la cabeza llena de aserrín, porque insisten en adornarlo de una noble misión y crearle reglas. Hasta cuándo nos cansaremos de repetir que aquí cada uno es libre de opinar lo que se le antoje.
-¿Es necesario votar?
-No, señor Presidente.
-No, Su Señoría.
-No, señor Presidente.
-Se rechaza la idea del decálogo. Se ofrece la palabra.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Hable usted.
-Sin ánimo de contradecir la votación unánime, en la cual yo también me incluyo, pienso que la idea del decálogo no es mala y debería quedar flotando en nuestras cabezas más que fuese. Imagínese, señor Presidente, un amanecer en la Tierra, una primavera en Monrovia, París o Guayaquil, todos los hombres despertando con la dulce sensación de que son iguales, tengan el pico chico, grande o mediano.
-Otro culiado con el pico chico.
-¡Orden en la sala!... Continúe.
-También creo que a la mujer enamorada no le importa el tamaño pero desgraciadamente a la mujer caliente le importa y eso es lo que les crea el trauma a los que tienen el pico chico, que no es mi caso, ya que ustedes fueron testigos de que el mío mide casi una cuarta...
-¡No nos interesa lo que piensen las mujeres!
-¡Orden en la sala!... Prosiga.
-Eso no más quería decir, Su Señoría.
-¿Alguien más desea usar la palabra?
-Yo, señor Presidente.
-Hable usted.
-Me acordé de otra ventaja de tener el pico chico.
-Dígala.
-Cuando uno juega a la pelota tiene menos posibilidades de que le llegue un pelotazo en el pico.
-Bien. Regístrese, señor secretario.
-Ya está en actas, señor Presidente.
-Se ofrece la palabra.
-Señor Presidente...
-Diga usted.
-No hemos hablado de los cocos.
-Se abre debate.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Hable usted, Pollo Loco.
-El pico y los cocos forman parte de una unidad indisoluble. Eso pienso.
-Pido la palabra.
-La tiene, Marambio.
-Yo encuentro que una cosa es el pico y otra cosa muy diferente son los cocos. Así que dejaría esta materia para otra ocasión.
-¡Es que son lo mismo!
-No hable sin pedir la palabra, Muga. Pero ya que habló, continúe.
-Lo que quiero decir, Su Señoría, es que un pico grande con dos cocos chicos se vería ridículo. Lo mismo un pico chico con dos mansos cocos. De lo que sigue que necesariamente el pico grande debe hacerse acompañar de cocos que le hagan el peso, y viceversa.
-Pido la palabra.
-Hable usted, Sargento Roldán.
-Señor Presidente, eso sería injusto.
-¿No es acaso injusta la Naturaleza?
-Sí, señor Presidente, injusta es. Lo que quiero decir es que eso no es así. Conozco casos de picos chicos con cocos grandes y de picos grandes con cocos chicos.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Hable usted, Vega.
-Insisto en que el tema de los cocos o también llamados higos es harina de otro costal.
-¡Pero es que no pueden separarse!
-¡Orden en la sala!... Continúe.
-Gracias, señor Presidente. ¿Vio La Guerra de las Galaxias?
-Sí, socio Vega, pero ¿a qué viene la pregunta?
-A que Han Solo sería el pico y Arturito y Sitripio serían los cocos.
-No entiendo.
-Quiero decir que Han Solo es el personaje principal y los robots son los personajes secundarios.
-No me parece muy afortunada su comparación. Incluso sugeriría que se borrase de actas. Siento que el debate se está yendo por las ramas, que se está metiendo en los pendejos, como se dice. Si no hay más opiniones inteligentes propongo que se pase al segundo punto de la tabla.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Hable usted, Viejo chico vestido de gris.
-Gracias, señor Presidente. Quería hacer una pequeña reflexión acerca del pico grande y el pico chico. Desde el punto de vista arquitectónico, el pico chico sería el obelisco de la Plaza Baquedano y el pico grande sería la torre de la Telefónica, ambos enfrentados uno con el otro...
-Qué observación más interesante, Viejo chico vestido de gris.
-Es más, señor Presidente. Nosotros vivíamos de lo más bien con nuestro obelisquito, que comparado con una callampa de burro es mil veces más grande pero comparado con el de Buenos Aires nos dejaba como lo que somos: unos acomplejados ante los argentinos...
-Se está desviando del tema, Viejo chico vestido de gris. Además, eso de acomplejados debería discutirse antes de darse por cierto.
-Exactamente, Ilustrísima Señoría, pero así nos sentíamos en el inconsciente, porque los dos obeliscos no se hacían daño, pues no estaban enfrentados. Tuvieron que venir una vez más los españoles a echarnos la caballería encima para que tomáramos conciencia de lo chicos que somos. Le confieso que esa famosa torre me tiene desmoralizado, Gran Califa. ¡El indio pícaro de pico chico versus el bárbaro ibérico de manguaco gigante!
-Ese filorte es vidrio y fantasía, Viejo chico vestido de gris, mientras que el nuestro es de cemento puro. ¿Eso lo consuela?
-Hasta por ahí no más, señor Presidente.
-Bien. Pasemos al segundo punto. Lea, secretario.
-Dice "Varios" no más, señor Presidente.
-Se ofrece la palabra.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Hable usted, Urzúa.
-¿Qué va a pasar con las cuotas?
-Ya dijimos que no se pagan cuotas.
-Orden en la sala. Señor Urzúa, parece que usted no ha venido a las anteriores reuniones. En este club no se paga cuota.
-Es que podríamos tomarnos un cafecito de vez en cuando...
-Rechazada la moción. ¡Se levanta la sesión!
(Se retiran los socios).
-Eh, ustedes dos...
-¿Sí, señor Presidente?
-Quédense un momentito, por favor.
-Cómo no, señor Presidente.
-Cierren la puerta.
-Ya está cerrada, Ilustrísima.
-Entre nosotros... no me engañará usted, el del pico chico, con la cantinela de que todos los hombres son iguales.
-¿Estamos en confianza, señor Presidente?
-Hable con toda confianza. Esto no sale de aquí.
-La verdad, señor Presidente, es que el maní que tengo ha sido causa de mis desdichas más grandes. Las minas lo miran y contienen la risa, otras cuando están culiando se hacen las que se van cortadas pero yo las veo cuando miran la hora. Una vez me lo quise estirar con un alicate y me sangró el cuero. Un día lo tuve diez horas amarrado a una cadena con peso...
-¿Y se alargó?
-No, me dio un derrame interno. El pichí me salía con sangre.
-Ha sufrido usted...
-He sufrido, magnánimo señor, pero eso no lo puedo decir delante de los demás socios. Cuando chico decían que el pico crecía si uno se hacía la paja. Entonces me puse pajero, pero en la clase de gimnasia todos me veían y decían: vos no te la corrís nunca, ¿cómo hací pa aguantarte?
-Con respecto a usted, quisiera hacerle unas preguntas...
-Cómo no, señor Presidente, la verdad es que tener la penca grande...
-Guarde silencio. Dígame, si no es indiscreción, ¿cuánto gana al mes?
-300 mil pesos, Su Señoría.
(Al de pico chico).
-¿Y usted?
-Dos millones, Su Excelencia.
(Al de pico grande).
-¿Qué auto tiene?
-Un Peugeot 404 del año 72, señor Presidente.
(Al de pico chico).
-¿Y usted?
-Un Mitsubishi Montero 4 x 4 del año, Ilustrísima.
(Al de pico grande).
-¿Está casado? ¿Tiene amantes?
-No, señor Presidente, estoy separado y por ahora no...
(Al de pico chico).
-¿Y usted?
-Estoy felizmente casado y tengo dos amantes, Su Señoría.
(Al de pico grande).
-¿Entonces se puede saber pa qué chucha le ha servido esa tremenda callampa que tiene?
-¿Quiere saber la verdad, señor Presidente?
-Sí, por favor.
(El de pico chico).
-¡Sí, sí, para qué te ha servido!
-¿Saben para qué me ha servido?
-No.
-Para culiar. Para sentirme seguro.
-Vaya...
-Ahhh...

9 Comments:

At 6:20 PM, Blogger De Josefa said...

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At 6:58 PM, Blogger De Josefa said...

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At 8:20 PM, Blogger Unknown said...

Emm... vine a tocar el violín parece...

 
At 10:41 PM, Blogger Crusoe said...

El pico es grande, el piquito es chico.
Sigan asi, este Club tiene futuro.

 
At 5:39 AM, Blogger De Josefa said...

Disculpe usted, profesor, mi conducta veleidosa, pero he decidido borrar esos mensajes indecorosos que le he dejado anoche. Venía yo de una fiesta, con algunas copas en el cuerpo. Tómese por toda excusa.

Por cierto, no tengo voto, pero sí voz: mis preferencias son para el maní, con su maravilloso sentido del ridículo y de inadecuación. Al otro, al autosatisfecho, le recomendamos el onanismo.

 
At 9:49 AM, Blogger Chirimoya_Alegre said...

No niego que algo de intimidación siento al cruzar el imponente umbral de esta casa club donde esta hermandad macha se reúne y debate sus legítimas declaraciones de principios. Muy de acuerdo con algunas, totalmente contraria a otras, sorprendida con muchas y definitivamente instruída con un par, dejo este templo del saber con ganas de volver, aún cuando sea de paparazzi, de vendedora de finos cigarros o de pulidora de la platería que seguramente usan en cada reunión.

Besos candorosos para todos los miembros (sean del tamaño que sean)

 
At 4:05 PM, Blogger mariasoledadsilva2@gmail.com said...

deberían aceptar mujeres ah?....hay harto que decir.

 
At 11:03 AM, Blogger aPlee of diScord said...

pd: en esta pega de shet no se me abre la mine...


cambiemos entonces...
es soo confuse

en las bitches...
mientras more big, worse
mientras more tinie, better

 
At 2:09 PM, Anonymous Rocco said...

Lo prefiero más largo y más grande

 

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