Wednesday, May 24, 2006

¿Qué conviene más: una amante o una maraca?

-Se abre la sesión del Club de la Lengua de Vaca. A la cuenta de tres digan: "Sí, juro". ¿Juráis que lo que se hable entre estas cuatro paredes no saldrá de este lugar?... Uno, dos, tres.
(Todos).
-¡Sí, juro!
-Secretario, lea la tabla.
-Punto único, señor Presidente. "¿Qué conviene más: una amante o una maraca?"
-Se concede la palabra.
-Señor Presidente...
-Diga.
-¿No podríamos hacer una vaca para comprar merengues?
-¡Camilito se volvió colepato!
-Cállate, oscuro.
-¡Me falta el respeto, señor Presidente! ¡Me dijo oscuro!
-Paredes, le recuerdo que el primero en insultar fue usted. Y Camilito, no me cansaré de repetir... ¡Ésta es una sesión de hombres, no de viejas siúticas que juegan canasta! Si quiere pastelitos salga de la sala y vaya a comprar, ¡pero se los come afuera!
-Conforme, señor Presidente. Lamento haber interrumpido la sesión y que la cosa se haya puesto negra.
-Me está mirando cuando dice cosa negra, señor Presidente.
-Esto no da para más. Si siguen así voy a levantar la sesión. Paredes y Camilito, arréglenselas entre ustedes dos.
-¿Me autoriza, señor Presidente?
-Les doy un minuto.
-¿Conque me dijiste "negro", infeliz de mierda?
-O-oscuro... oscu-curo... amigo Paére.
-¿Oscuro Paredes? ¡Toma, infeliz!
-¡¡¡¡Aggggggggg!!!!! Perdón, hermano... Chaka Zulu.
-Toma, toma... ¡aprende, miserable apestoso!
-¡No, no... no! ¡Agggggg! ¡No, eso n-no! Que me falta la... res-pi...
-Basta ya. Se reanuda la sesión. ¿Alguien desea hacer uso de la palabra?
-Si me lo permite, Ilustrísima Señoría...
-Hable, Urzúa.
-Una vez que andaba en Nueva York vi una rubia fabulosa...
-No es necesario que empiece de tan atrás.
-Es que la saludé y me respondió, señor Presidente. Cuando la iba a invitar a tomar la once al Central Park me pidió 75 dólares. Me dijo algo así como "for the moment". Después me dijo "¿What is once?".
-¿Qué quiere decir con eso?
-Que no entendía lo que era la once. ¡Me costó más explicarle! A veces creía que se trataba del famoso 11 de ellos. ¡Ponía unas caras!
-¿A dónde quiere llegar con todo esto?
-Era una mujer de la calle, señor Presidente, una vulgar meretriz. Me decepcionó.
-¿Por qué?
-Porque la verdadera conquista tiene que ser gratis. O sea, por amor.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Hable usted, Vega.
-Sin querer, nuestro vilipendiado socio El caballo Urzúa ha dado en el clavo en el tema. Los matehuevas suelen pensar que las maracas cobran y las amantes no cobran, cuando la realidad demuestra que las amantes salen infinitamente más caras que las maracas.
-¡Sí, señor Presidente!
-Y a usted, ¿quién le dio la palabra, Periquito?
-Perdón, Su Señoría. Me calenté.
-Siga usted, Vega.
-Desarrollo mi argumento, Maestro Infinito. Sabido es que la chupada de pico en los cafés topless sale a seis lucas, claro que con tres huevones al lado haciendo lo mismo y con el piso lleno de moquillo. Me consta, señor Presidente, que si uno pide rebaja puede llegar a cuatro. En provincias chupan la callampa por tres lucas en algún rincón de la calle. Una cacha normal sale entre 12 y 15 lucas en el Mall del Sexo o en Irene Morales 11...
-Doy fe de aquello, señor Presidente. Pero en este último recinto no se aceptan ósculos en los labios, como me parece haberlo dicho en alguna oportunidad.
-Es que usted es muy romántico, Camilito.
-Así es, amigo Moore.
-¿Terminó, señor Vega?
-Acabo aquí, Su Señoría... ¡ay!
-Broma infantil, Vega. Secretario, bórrela de actas.
-Perdón, Ilustrísima. Prosigo. ¿Cuánto sale culiarse a la amante? ¡Mínimo 30 lucas, señor Presidente! 5 lucas los dos viajes en taxi, 15 el motel incluidos los dos pisco sour más las papas fritas, que van de regalo, 10 mínimo la cena con velitas, y no cuento los cigarros ni los chocolates, ni el condón, ni los aros que siempre les da por comprarse en la cuneta. Y todo eso para afilarse a una vaca echá que se cree la raja y tiene el poto más plano que los tres chanchitos.
-¿Eso es todo?
-Hay cachas caras con maracas también, señor Presidente, como las del Passapoga o las de la Fiorella, pero ésas son las tremendas minas. Pero hay amantes más caras todavía. Ya me imagino cómo será conquistarse a la Quenita o a la Daniella. ¡Pobrecitos bolsillos! Término medio, entonces, una cacha con una maraca sale tres veces más barato que una cacha con la amante y el gustito es el mismo, incluso con la quetejedi que trata de tú es mejor.
-Pido la palabra, señor Presidente.
-Diga usted, socio Matas.
-A propósito, yo pienso a la inversa. La putita se tira al puro billete y lo único que quiere es mandarlo cortado a uno en dos minutos.
-¿No es eso lo que se espera de ellas, Matas?
-Uno esperaría algo más, Ilustrísima Señoría.
-¿Como qué?
-No sé, una calentadita previa.
-Para eso mire una revista o use su imaginación.
-No tiene, señor Presidente.
-Nunca tuvo, señor Presidente.
-Ya, po. Aquí tengo una, ¿viste?
-¡Mostró una revista, señor Presidente!
-Señor Saval, no están permitidas las burlas. Use la palabra y concéntrese en el punto.
-Perdón, señor Presidente. Para mí, nada mejor que la amante, porque es una contienda de verdad. Mandarse al pecho a una meretriz no tiene gracia porque hay plata de por medio y además es peligroso.
-Use condón.
-¿Y el beso negro, Su Señoría?
-Hay condones para eso también. ¿Y usted cree que la amante es muy segura?
-Es más segura y es más dulce, señor Presidente.
-¿Quiere culiar o meter el filorte en un kilo de azúcar?
-Culiar, señor Presidente.
-Déjese de huevadas entonces. ¿Alguien más?
-Yo.
-Hable, Pollo Loco.
-Con toda sinceridad, las maracas son bastante dulces, a veces más humanas que las amantes. ¡Hay todo un mito de la maraca fría! ¡Está el estigma de la maraca inhumana!
-Es verdad, señor Presidente, si me permite complementar la opinión del amigo Pollo Loco. Yo creo que las amantes son mucho más interesadas e inhumanas que las maracas, porque lo único que buscan es que uno se separe para convertirse después en la nueva bruja. No hay remedio, señor Presidente, estamos perdidos. A veces pienso si no sería mejor casarse con una linda ovejita del campo.
-Aquel tema no está en la tabla, Fisher.
-Pido la palabra.
-Hable, Moore, pero le ruego que...
-Descuide, Gran Maestro. Hoy mis neuronas no dan para filósofo.
-Ok, entonces hable.
-Para mí, estimado Sultán del Serrallo, la amante es deliciosa solamente hasta la tercera cacha. Fijo que después empieza a subirse por el chorro. Esto se debe, y lo he descubierto, Excelencia, a que la amante en el fondo, más que amante es mujer. ¿Y cuál es el objetivo de toda mujer, sea en la Edad de Piedra, el Imperio Romano o la Era de la Farándula? ¡El cariño, el amor, la ternura, la formación de una familia! ¿Y sabe para qué, Mandamás Indiscutido? ¡Para tener hijos! Aunque digan otra cosa, aunque se las den de openmind como dicen ahora, no hay que creerles. Sus demás palabras siempre serán cantos de sirenas. El que las escucha jodió. Por eso, yo me quedo con la humilde maraca.
-Qué bien está hablando, socio Moore.
-Quiero hacer uso de la palabra, Reverendísimo Serenísimo.
-Diga, Yuyul.
-Aunque parezca increíble, quedaría una defensa de la amante. Y es la amante maraca. O sea la maraca que se entrega por amor.
-Yuyul todavía cree en el Viejito Pascuero, señor Presidente.
-No se burle, Bombero Loco.
-A ustedes no les habrá pasado, pero yo he sabido de casos que confirman este mito urbano. Fíjense que en cierta velada ocurrida años ha en el barrio Brasil, cuando había toque de queda, yo bailaba con una peruana y le mandé un picanazo que la trastornó. Nos fuimos a su habitación por la noche entera. De entrada la tomé por detrás, le abrí las costillas y se lo mandé a guardar. Qué momentos, Dios mío. Luego, como es natural, nos quedamos dormidos como dos angelitos. Al rato despierto y la peruana no está en la cama. La zorra bailaba una cumbia con un carabinero que se parecía al sargento García. Me levanté, fui a la pista de baile, le quité el gorro al sargento García y me lo puse en la cabeza. "Me pusiste el gorro maraca rechuchetumadre", le protesté a mi hembra, con ojos de dolor y de ternura. Ella me respondió: "¿Y que querí, culiado? Déjame trabajar tranquilita nomás, Juan".
-¿Por qué le dijo Juan y no Yuyul?
-Porque antes le había dicho que me llamaba Juan.
-Pero entonces usted mismo se contradice, Yuyul. No veo por dónde hubo amor allí.
-Es que esa no fue por amor, señor Presidente.
-¿Y cuál entonces?
-La por amor le sucedió al colega Rocha.
-¿El indio Rocha? ¿El de la callampa de anaconda?
-El mismo, señor Presidente. Estaba el indio en un burdel de Punta Arenas cuando su compañero de oficina Orozco se las dio de encachado y se puso soberbio con las maracas. Como tenía su pinta y un poco de plata creía que las podía tratar como maracas, cuando es bien sabido que en asuntos de sexo a las maracas hay que tratarlas como damas y a las damas como maracas. El indio se tomaba un corto de pisco en la barra cuando presenció la escena. Se picó y entró al ruedo. Sacó a bailar a una flaca de pantalones de cuero, bailó dos pasos con ella y de pronto la estrechó firmemente entre sus brazos. La maraca captó con sus antenas de maraca la mansa ni que callampa del indio Rocha y desde ese momento empezó a acosarlo y a invitarlo gratis a su pieza. No quería perderse esa longaniza por ningún motivo, Digno Emperador. El indio Rocha le agradeció la invitación y se retiró. Sólo quiso darle una lección a Orozco, me contó días después.
-Está bien, Yuyul, pero me surgen dudas de si aquello fue por amor o por calentura.
-Cuando las cachas son por amor son por calentura, señor Presidente.
-Bien. Se ofrece nuevamente la palabra.
-Señor Presidente...
-¿Sí?
-Le recuerdo que ya va a empezar el partido Chile-Irlanda.
-¿Dónde lo dan?
-En el Trece, señor Presidente. En cinco minutos más. Ya están en los prolegómenos.
-Bien. Vótese entonces a mano alzada: maraca o amante. Secretario, cuente por favor.
-Cómo no, señor Presidente. Maraca... 16 votos. Amante... 3 votos. Gana maraca.
-Conforme. ¿Hay puntos varios?
-Hay varios.
-Quedan pendientes... ¡Se levanta la sesión!